SIN
CAMBIO POLITICO, NO HAY CAMBIO.
Por: Lcdo. Sergio Ramos.
Los altos jerarcas del régimen hicieron tajantes
declaraciones durante la visita papal expresando que “no habrán cambios políticos”
en Cuba.
Sin embargo, la dictadura esta tratando de
venderle al mundo que Cuba esta cambiando. Proyecta sus nuevos derroteros a
base de la liberalización del cuenta-propismo. Lo hace a través de una intensa campaña
propagandística y diplomática a nivel internacional, y a través de un coqueteo
con sectores adinerados no conflictivos del exilio cubano. El propósito es la atracción de capital en
el marco de una improductiva economía quebrada, y ante la posibilidad de ocurra
una debacle en Venezuela, su principal subsidiador, ocasionada por la
enfermedad mortal que padece Hugo Chávez en medio de las elecciones
presidenciales.
La dictadura, como hemos señalado en otras
oportunidades, busca un tímido cambio de modelo económico hacia el prototipo
vietnamita. Pero sin ningún cambio político, por eso le han llamado “actualización
del modelo cubano” y a su vez, pretende
vender dichas “actualizaciones de su modelo” como si ello fuera un gran cambio
en la isla.
En el plano internacional, como parte de la
estrategia de promoción, la dictadura utiliza a sus aliados latinoamericanos,
los cuales presionan a los Estados Unidos para que normalice las relaciones con
el régimen de La Habana, al tiempo que la alta jerarquía de la Iglesia Católica
avala al castrismo con la visita papal y el alineamiento del cardenal cubano a
los dictámenes del gobierno.
No es de dudar que si la actual
administración Obama logra prevalecer en las elecciones de noviembre, se
produzca un viraje en las relaciones diplomáticas de los Estados Unidos para
con Cuba. En la VI Cumbre de Las Américas en Cartagena, Colombia, el presidente
Obama se comprometió a “estudiar’ el asunto, lo cual ha de entenderse como una
lógica posposición decisionaria ante la incertidumbre electoral.
Simultáneamente, la dictadura ha
desarrollado una gran escalada represiva contra los opositores, alcanzándose
cifras record en las detenciones, en lo que a todas luces es un intento por
aplastar todo indicio de oposición en la población. Este es un mensaje claro
para el pueblo cautivo de que no habrá alteración alguna en el sistema político
y sus regentes.
Paralelamente, la Iglesia Católica realiza reuniones en Cuba con los
sectores “moderados” del exilio en La Habana, mientras que la dictadura hace lo
propio con otros cubanos de similar corte en Estados Unidos. Indiscutiblemente
el régimen aspira a atraer el pujante capital del exilio, o al menos de algunos
capitales cubanos en manos de elementos capaces de acatar sumisamente sus
reglas a cambio de jugosos réditos monetarios compartidos.
Este acatamiento equivale a la sumisión con
la dictadura, declinando las aspiraciones al cambio político, en aras de
percibir ganancias monetarias.
Algunos de los involucrados en el convite
pudieran de modo muy ‘naive’, pensar que si logran un cambio económico, esto
pudiera a la larga favorecer el cambio político. ¡Menuda ingenuidad de
ingenuidades!. Nada de eso ha ocurrido ni en China, ni en Viet Nam. Ambos
gobiernos son contumaces violadores de los derechos humanos de sus respectivos
pueblos, pues la mutación del marxismo leninismo al fascismo solapado con la
continuación de la retórica marxista, no conlleva un adelanto en las libertades
ciudadanas. En China hemos visto recientemente el caso del preso de conciencia
y Premio Nóbel Li Bao y del opositor ciego Cheng Guang Cheng. Esta claro que
ninguno de esos regimenes han abierto sus respectivos países a la participación
democrática y pluralista de sus ciudadanos en sus gobiernos, sino por el
contrario, la mutación ha entronizado a las mismas oligarquías gobernantes.
En el caso de Cuba, acatar las pautas de la
dictadura, es ayudar a apuntalarla. Porque
tendría el mismo efecto que en China y Viet Nam: Perpetuar a la misma claque
opresora en el poder. Estos mal llamados
“cambios” no resuelven los problemas de fondo del país, pues sostienen en el
poder a los mismos despostas de siempre y sus descendientes y mantienen actual
el estado totalitario y represivo, ausente de los derechos humanos, donde los
trabajadores serian entonces explotados por el consorcio inversionista-estado.
Para que en Cuba se produzca un cambio
real, se necesita empezar por un profundo, radical y total cambio político.,
cuyo primer requisito es la plena salida del poder de la oligarquía gobernante,
que debe ser sustituida por un gobierno provisional comprometido con el cambio
democratizante requerido.
En primer termino debe ponerse en vigor de
ley la todos los derechos humanos
contenidos en la Carta de Derechos de las Naciones Unidas. Tras esto,
hay que enmendar las leyes, en todo
aquello que represente discrimen, represión, o disposición violatoria de los
derechos humanos y habrá que crearse un cuerpo autónomo electoral que garantice
unas elecciones verdaderamente libres y honestas.
Este cambio debe empezar por lo político,
con medidas que ciertamente enfilen un nuevo derrotero para el país, de modo
que establezca un Estado de Derecho que
garantice las libertades ciudadanas y los derechos humanos en el marco de la
inclusión, participación igualdad, respeto y tolerancia para todos los cubanos
estén dentro o fuera del país. Es importante que el control del cambio real,
este en manos del pueblo cubano en general, con la participación de todas las
vertientes del pensamiento cubano, sean mayorías o minorías. Hay que evitar que
o los mismos opresores o intereses foráneos o terceros países controlen para
sus conveniencias el cambio, a fin de evitar que se malogre el sagrado
propósito libertario.
El orden legal debe ser sustancialmente transformado,
empezando por la promulgación de una nueva constitución de bases democráticas,
que sea redactada por representantes libremente electos por el pueblo y la cual
sea refrendada en un plebiscito por todos los nacionales cubanos. Sancionada la
constitución por el pueblo, habrá de procederse a efectuar elecciones libres en
el marco del pluripartidismo para todos los cargos electivos del país.
Los cuerpos represivos (Seguridad del Estado,
Contra Inteligencia, etc.) deben ser inmediata y totalmente desmantelados. Una policía
civil debe sustituir a los cuerpos militares. El país debe desmilitarizarse,
para crear una sociedad civil fuerte.
Todos los presos políticos y de conciencia
y aquellos presos por delitos comunes cuyos cargos les fueran fabricados por el
estado, o aquellos con delitos catalogados como comunes para encubrir el propósito
político, deben ser puesto en libertad con carácter inmediato.
Cuba debe en primer término, estar abierta
a todos los nacionales cubanos, por eso han de abolirse las restricciones de
viaje de modo que exista la libre entrada y salida del país para todos los nacionales
cubanos sin restricciones, ni necesidad de permisos para ello.
Los medios de prensa y comunicación masiva
han de pasar a manos privadas, eliminando el monopolio del estado, o del
partido Comunista sobre estos, para garantizar el libre flujo de información y opinión
en el país.
Proclamar la libertad de empresa y de
contratación, apartando al estado del control económico del país, y abolir los
impuestos de usura con que el régimen pretende asfixiar al incipiente comerciante
(cuenta-propista).
Lo expresado es, a modo sucinto, lo
fundamental para encausar un verdadero cambio político. Otras medidas democratizadoras habrán de ser
tomadas. Pero la realidad es que sin los cambios políticos profundos que el
país demanda urgentemente, no hay cambio, sino solo ficción.
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