EL
ASESINATO DE REPUTACIONES
Por:
Lcdo. Sergio Ramos
A lo largo de toda su existencia la
dictadura castrista ha tenido como cuestión de política publica difamar y
desacreditar a las personas, instituciones y gobiernos que se le oponen. Este
asesinato de reputaciones, o ‘character assassination’ , es realizado con
meticulosa plantación por organismos y personas expresamente dedicados a esta
finalidad.
El asesinato de reputaciones o ‘ character
assassination’ se define como : “un intento de empañar la reputación
de una persona. Puede tratarse de
una exageración, inducir a error las verdades a medias, o la manipulación
de los hechos para presentar una imagen falsa de la
persona en cuestión. Es una forma de difamación y puede ser una forma de argumento ad hominem.”
Wikipedia
El origen de la institucionalización de
esta maquiavélica practica por parte de un Estado data de los tiempos de NKGB
bajo Lavrenti Pavlovich Beria, antecesora de la KGB Soviética, y cuya técnica
luego fue perfeccionada por el cuerpo represivo de Alemania Oriental, la STASI,
y que, entre ambas, fueron los que diseñaron y entrenaron a los cuerpos
represivos de la dictadura castrista, entre ellos, el Departamento de la
Seguridad del Estado.
Este tenebroso organismo de represión e
inteligencia tiene entre sus estructuras un Vice- Ministerio Político bajo la
cual radica el Departamento de Contra-propaganda, entre cuyas funciones esta la
descaraterizacion de personas, instituciones y gobiernos para desinformar a la
población y a la opinión publica en general, creando una mala reputación o
imagen, por medio de la fabricación de aspectos peyorativos o distorsionando los buenos fines de una
institución en perversos planes de conspiraciones ocultas.
También asesinan reputaciones, mediante una
sección creada a tales fines de difamatorios bajo el Departamento América del
Partido Comunista de Cuba, se elaboran leyendas negras contra los gobiernos y
personas non-gratos al régimen castrista. Así paso con los videos publicados de
conversaciones del ex-presidente Vicente Fox de México y funcionarios cubanos.
La técnica de difamar comienza por la
fabricación de imputaciones calumniosas contra un individuo en un entrelazado
artificial de mentiras con medias verdades.
Estas son emitidas por unos medios de difusión y prensa “creíbles” con
entrevistas a personas, nacionales o extranjeros, comprometidas con el régimen.
De ahí, salta a los “agentes repetidores” que están ubicados en los medios de
comunicación o en la red de Internet y según la importancia dada al
personaje-objetivo se retransmite en mayor o menor intensidad, lo cual puede
ser a nivel nacional, en una ciudad determinada , en un país en particular o
mundialmente. En ocasiones, publican libros de contenido difamatorio, escritos por escritores afines a la
dictadura, que pueden ser cubanos o extranjeros, como en el caso del “ Camajan”
contra Elizardo Sánchez Santacruz o “ Los Disidentes” contra un grupo de
opositores de renombre.
La extensión e intensidad de la onda
expansiva difamatoria depende de la
importancia que se le otorgue al objetivo. El propósito es aplicar la teoría
desarrollada por el jefe de propaganda de la Alemania Nazi, Paul Joseph
Goebbles de repetir una mentira mil veces para que se transforme en verdad.
De ese modo, a lo largo de las mas de cinco
décadas del totalitarismo castrista hemos visto como a cuanto opositor o
enemigo del régimen dictatorial, dentro o fuera de Cuba, nacional o extranjero,
aparezca en escena , la dictadura , a través de sus medios propagandísticos,
los tildan de “mercenarios del imperialismo” , “ vendidos a sueldo de los
yanquis” , “ agentes de la CIA” , “ gusanos”, “ delincuentes”, “ terroristas” ,
“traidores”, “dementes” , “escorias”,
etc., etc., etc. Además, de decorar los clichés peyorativos con historietas
pre-fabricadas con fines descaracterizadores y difamatorios.
Dentro de Cuba, usando el control total del
Estado, a más de un opositor se le fabrican delitos comunes y así mismo los
procesan en juicios fatulos con el objeto de desprestigiarlos. Así tildaron de
“loco” al pobre Pánfilo por pedir comida públicamente, y tildaron de
“delincuente” a Orlando Zapata Tamayo asesinado por la dictadura en medio de
una huelga de hambre, o tildan de “mercenaria yanqui” a Sara Marta Fonseca por
protestar pacíficamente contra el régimen.
Un clásico del asesinato de reputaciones
por parte de la dictadura fue el incidente y juicio político del General
Arnaldo Ochoa y otros relacionados, en donde la propaganda del régimen
entretejió una intrincada madeja de mentiras para ocultar primero, la
vinculación directa de Fidel y Raúl Castro con el narcotráfico internacional y segundo,
las pretensiones del general Ochoa de dar un golpe de estado para implantar la
política del Glasnot y la Perestroika impulsada por Mahail Gobachev.
La mentira y la difamación llegan tan
lejos, que se distorsiona la historia y toca a los mártires y héroes de la
historia de Cuba. Se distorsiona, por ejemplo, la memoria del mas grande
pro-hombre de nuestra gesta independentista, José Marti, a quien se le pretende
imputar una simpatía hacia el comunismo que nunca tuvo, sino por el contrario,
que criticó duramente a ese sistema en su crítica a la Obra de Hebert Spencer.
Una parte que fue eliminada de las Obras Completas del Apóstol de la Independencia
editadas en Cuba. Lo mismo pasa ahora con la imputación de comunista a Simón
Bolívar, cuando en sus tiempo Carlos Marx no había nacido y menos escrito su
obra “El Capital”
La dictadura tiene que utilizar la mentira
de modo institucional porque su fundamento desde un comienzo estuvo basado en
el engaño para eludir y diluir en tiempo, espacio y circunstancia, las
reacciones contrarias de los ciudadanos. De ahí que desde antes de 1959,
comenzó con apoyar al Constitución de 1940 y prometer elecciones en 180 días y
termino por declararse “Socialista marxista-leninista” y ahora se acoge al
embeleco llamado “Socialismo del Siglo
XXI”. Y del mismo modo que ha usado como la mentira y el engaño como
instrumento en el campo de la Macro-Política”, la aplica también en la
“Micro-política” asesinando las reputaciones de sus opositores.
Lo que los fabricantes de mentiras y
asesinos de reputaciones no entienden o no quieren entender, es que al final
del camino, toda mentira o engaño tiene un mismo destino: Disiparse ante la
fuerza incontenible de la verdad.
No comments:
Post a Comment