LO
QUE TIENE QUE MORIR
Por: Lcdo. Sergio Ramos
Ha muerto Hugo Chávez. Un militar que
gobernó a Venezuela a base de de irregularidades y arbitrariedades, al margen
de los preceptos legales del país petrolero mas importante de América del Sur;
su objetivo de servir a su principal aliado y mentor, Cuba, mancillando la
soberanía venezolana y construir un sistema similar al totalitarismo que impera
en la isla mayor de las Antillas.
Para garantizar la implantación de su
proyecto, cambió de modo caprichoso las leyes; creo su propia constitución,
hecha a la medida de sus intenciones, para luego violar sus articulados a su
antojo, cuando estos no se acomodaban a sus deseos y planes; persiguió a sus
opositores y los encarceló; cerró estaciones de radio y televisión opositoras; controló
el poder judicial haciéndolo su marioneta e hizo lo mismo con la Asamblea
Legislativa, concentrando en su persona todos lo poderes del estado, y para que
nadie rebatiese su poder, hizo de la Consejo Nacional Electoral un apéndice de
sus intereses políticos, eliminando la imparcialidad y transparencia de ese
organismo; propinó a los altos mandos de las fuerzas armadas y vejó la soberanía venezolana al permitir que tropas extranjeras
( Cubanas) pisaran armados, a modo de guardia pretoriana, a su país y dejó que
los funcionarios cubanos dictaran pautas e instrucciones a los empleados públicos
venezolanos, al igual que los generales y altos oficiales cubanos impartieran
ordenes a los generales y demás mandos y tropas de las Fuerzas Armadas de
Venezuela.
Permitió que la bandera cubana se izara en
las astas donde debía esta la bandera venezolana.
Su gestión estuvo marcada por la
corrupción; creando un sistema donde sus partidarios y allegados se enriquecían,
acumulando grandes riquezas ilícitas, mientras empobrecía a sus contrarios expropiándoles
sus propiedades y mermando sus fuentes de ingresos, incluso hasta con la
devaluación su moneda. Al tiempo que compraba la población con demagógicas
dádivas para quienes le aplaudieran sus
caprichos y sus largos discursos emitidos a través de la monopolización de los
espacios mediáticos; corrompiendo a la población con la compra del voto a
cambio de prebendas y concesiones, mientras empujaba al país hacia el
improductivo sistema de centralización y control desmedido de los medios de
producción por el estado.
En el ámbito internacional, se alió con países
propiciadores del terrorismo y violadores de los derechos humanos de sus
ciudadanos, como lo fue en los casos de Irán y Cuba. Sobornó la voluntad internacional
de otros gobiernos, despilfarrando los ingresos del país, al punto de que tuvo
que endeudarlo por cifras astronómicas con China, Rusia e Irán. Despilfarró la
riqueza nacional al regalarles el petróleo a Cuba y demás países del ALBA, y
pagarle con dineros del estado venezolano, las deudas externas de terceros países,
además de financiar las campañas electorales de los candidatos afines a sus
ideas.
Y para colmo, distorsionó las ideas de
Simón Bolívar, acomodándolas a sus perversos propósitos políticos, al tal
punto, que llegó a profanar burda y descaradamente, la tumba del Libertador,
para hacerse publicidad personal para sus fines políticos, llegando a publicar
un rostro de Bolívar, dizque que digitalizado,
distinto y diferente al del prócer de América Latina.
Su gestión estuvo marcada por la más
absoluta autocracia, que lo distancian abismalmente de lo que constituye un
gobernante democrático, con lo cual nos lleva a concluir que el comandante Hugo
Chávez, no fue más que un vulgar dictador, que escondía su dictadura bajo un
disfraz de legitimidad y democracia.
Un dictador, que absorbió para si tal
poder, que como los reyes absolutos, designó en vida a su sucesor, por encima
de la ley. La misma trayectoria sucesoria de los entronizados tiranos como los
Castro, los Duvalier, los Kim Il Sung, los Somoza, los Trujillo, etc.
Como todo dictador populista, optó por el
uso y abuso de los medios de comunicación y prensa, con el fin de distorsionar
y acomodar la verdad a sus propósitos e infundir una aberrante hipnosis
política en la población, obnubilando la razón de los ciudadanos, y la cual
acompañó de la infusión del miedo entre los que se resistieron a serle serviles
seguidores. Fidel Castro, Mao Tse Tung, y Adolfo Hitler son ejemplos de tiranos
populistas, al cual ahora se suma a la lista Hugo Chávez.
Lejos de ser un héroe, con lo que la masiva
campaña mediática de sus herederos pretende hacer ver, Chávez es fue déspota. Un dictador populista, cuyo
el balance final de su nociva obra, le ha hecho mas daño que bien a Venezuela.
Ahora su designado sucesor y heredero,
Nicolás Maduro, explota el sentimiento de lástima para lograr el voto popular
en unas elecciones precipitadas e improvisadas,
bajo inadecuada festinación, antes de que al pueblo se le pase la
hipnosis mediática de la propaganda chavista; porque el propósito del nuevo
regente, es la continuación de ese sistema de privilegios, corrupción, y
despotismo, dentro de un sistema económico estatizante, ineficiente y
empobrecedor.
La actual contienda electoral, pone
claramente al candidato opositor , Henrique
Capriles Randoski en franca desventaja, tosa vez que el nuevo déspota que
usurpa la presidencia de Venezuela hace uso desmedido de la maquinaria del
estado para promocionar su candidatura e infundir miedo, al grito de perseguir
a los contrarios, con la confianza de que tiene en su mano el control del
Consejo Nacional Electoral para alterar cualquier resultado adverso, sin la mas
mínima fiscalización de los opositores.
El dictador ha muerto, pero no
necesariamente su sistema, por el cual sus sucesores tratan de salvar y a la
vez que salvar ellos junto a sus jugosas prebendas.
La experiencia nos dicta que si bien la
muerte de un dictador puede crear debilitamiento del sistema, no necesariamente
implica el fin del mismo. Así por ejemplo, en Nicaragua, murió Anastasio Somoza
García y siguió el somocismo con su hijo Luís Anastasio Somoza Debayle
(Tachito), en Haití, murió Francois Duvalier (“ Papa” Doc) y siguió la
dictadura con Jean Claude Duvalier, en Corea del Norte, murió
Kim il Sung, le siguió Kim Jong-Il y ahora
su nieto Kim Jong-Un, en la URSS murió Stalin y siguió la misma nomenclatura de
la alta cúpula del comunismo rigiendo desde el Kremlin, y en Cuba, se “retira”
Fidel Castro Ruz y sigue la misma tiranía con su hermano Raúl Castro Ruz. Ahora
en Venezuela, muere Hugo Chávez y sigue el mismo régimen con Nicolás Maduro.
Así pues, mas allá de la muerte de un
tirano lo que tiene que morir es el Comunismo, el Kim Jungsismo, el Castrismo,
el Chavismo, demás ‘ismos’ nocivos y opresivos a los pueblos del mundo.
Moraleja, la muerte del dictador puede
ayudar a cambiar, pero para lograr el cambio real, lo que tiene que morir es el
sistema opresivo.