OSTRACISMO,
EXPLOTACION Y CHANTAJE
Por: Lcdo. Sergio Ramos
La política migratoria del régimen
castrista se ha caracterizado por tres
elementos nocivos que siempre han estado presentes a lo largo de su existencia:
Ostracismo, explotación y chantaje.
Ostracismo: Desde los comienzos de la revolución el régimen totalitario optó
por la expulsión de aquellos ciudadanos que representaban un peligro, problema
o estorbo. De ese modo han forzado y
fuerzan a los opositores a abandonar el país.
La forma empleada ha sido bien a través de poner en peligro su libertad
y vida de ellos y la de sus familias o bien, una vez encarcelados canjearles su
excarcelación a cambio de su partida del país.
Un ejemplo fue la reciente liberación
de presos políticos a cambio de que salieran a España con la anuencia y acuerdo
de la Iglesia y el gobierno español. Una vez fuera de la Isla los opositores quedan
impedidos de retornar a al país, aplicando así una política de ostracismo digna
de mas cruel de los emperadores romanos.
Todavía hoy
hay miles de cubanos que por su activismo político frontal contra la
tiranía se les coarta el derecho a
retornar irrestricta y libremente a su patria, lo cual viola un derecho humano
consagrado en el Artículo 13 inciso 2 de
la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que establece que “Toda
persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y regresar
a su país.”
Dentro de las expulsiones están también las
de aquellos que la dictadura entiende como descontentos, los cuales representan
potenciales enemigos. A veces estas han sido masivas y dramáticas como ocurrió
en Camarioca en 1965, en El Mariel en 1980 y en la Crisis de los Balseros en
1994. Otras veces han sido paulatinas y legales por espacio de algún tiempo como lo fueron los
Vuelos de la Libertad ( De 1965 a 1973) y actualmente con el Tratado Migratorio
entre Cuba y los Estados Unidos vigente firmado en 1998, que implican 20,000
visas anuales para los cubanos en la
isla. Con estas expulsiones el régimen tiene cuatro objetivos, uno sacarlos
para evitar que se les conviertan en un problema político o en una explosión
social. Dos, aliviar al régimen del peso económico de suministrarles vivienda,
alimentación, educación, salud y productos de primera necesidad a un nutrido
grupo de ciudadanos. El tercer propósito
es neutralizarlos a base de que si ‘se portan bien’, podrán, eventualmente,
entrar de visita a la Isla y cuatro, dejar
sustanciales cantidades de divisas en remesas de ayuda familiar.
Otro de los propósitos perseguidos por el
régimen con las expulsiones masivas, ha sido
de limpiar al país de delincuentes, drogadictos, locos y otros considerados
anti-sociales para enviárselos a otro país. Así en 1980 a través del Puerto de
El Mariel el régimen vació las cárceles y los manicomios y recogió
delincuentes, vagos, etc. para meterlos
en las embarcaciones que venían del exilio a buscar a sus familiares,
sobrecargándolas de ellos, so pena de no dejarles sacar sus familias si no
llevaban a esos pasajeros forzosos.
Estas medidas constituyen una violación al
derecho humanos a permanecer y vivir en el país de origen de la persona. Así lo
establece el Artículo 13 inciso 1 de la
Carta de Derechos Humanos de la ONU que dice: “Toda persona tiene derecho a circular
libremente y elegir su residencia en el
territorio de un Estado”.
Explotación: La otra modalidad es la
explotación de la mano de obra cubana, sobretodo de médicos, ingenieros,
técnicos y otros profesionales. Desde los inicios de la dictadura totalitaria,
esta ha enviado a miles de cubanos a trabajar en las llamadas “Misiones
Internacionalistas”. Los países
recipientes de estos trabajadores pagan sus salarios en sustanciales dólares al
gobierno cubano, y este a su vez paga a estos una reducida porción de dicho
sueldo en devaluados pesos cubanos. De este modo, en contubernio con el país
receptor, el régimen percibe sustanciales cantidades de divisas, a costa de
explotar a trabajadores altamente cualificados. Inclusive este método se ha
usado y se usa con militares que son enviados a misiones o guerras al exterior.
De hecho, durante la Guerras de Angola y Etiopia la dictadura envió miles de
soldados por los cuales la URSS pagaba al gobierno cubano $150 dólares
mensuales por cada soldado raso, mientras la dictadura les pagaba los míseros
$7 pesos mensuales a los daban los reclutas.
Esta apropiación y disposición del de los
salarios de los trabajadores “internacionalistas” cubanos violan el Convenio 95
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
Muchos profesionales aceptar salir en
dichas misiones internacionalistas, porque a su retorno pueden llevar algunos
artículos que no están a su alcance en Cuba, otros optaban por viajar como un
medio de despejarse de la tensión opresiva que se vive en el país y otros buscando
una oportunidad para escapar de la opresión y ser libres.
En otra época, durante las décadas de los sesenta y setenta se envió
por dos años a campos de trabajos agrícolas forzados a aquellos que solicitaban
la salida, con lo cual ayudaba el corte de cana para las zafras de esos años,
lo cual viola l Convenio 29 y 105 sobre trabajo forzoso de la Organización
Internacional del Trabajo. (OIT)
Al mismo tiempo que se prohíbe la entrada
del país a aquellos que conspiren contra la tiranía, según el Decreto 302 articulo 24.1 párrafo ( c ) antes citado.
Por otro lado, se reserva para si a los
profesionales, médicos, técnicos, deportistas, etc. según el Decreto Ley número 306, articulo 1,
que impide y/o limita la salida de estos.
Y en tercer lugar extiende las salidas llamadas “indefinidas” o sea los
que se reserven el derecho a volver a la isla a vivir, extendiendo el plazo de
11 meses a 24 meses. (Decreto Ley 302 artículo 9.1 párrafo 2). Con ello permite
a estos salir y trabajar en terceros países para que traigan al país las
divisas y/o envíen estas a la isla para sus familiares, algo que ya viene
sucediendo de un tiempo a la fecha, inclusive con Estados Unidos y otros países
como por ejemplo México, España y Ecuador.
Esto constituye otra forma de explotar al cubano y subsidiar su ineficiente economía.
Chantaje: Como parte de la política migratoria la dictadura siempre ha usado
el chantaje basado en que “o te portas bien o no entras” a Cuba. De hecho, en
el reciente Decreto Migratorio numero 302 en su articulo 9.1 párrafo 2
establece que son inadmisibles toda persona envuelto en “Organizar, estimular,
realizar o participar en acciones hostiles contra los fundamentos políticos,
económicos y sociales del Estado Cubano”
Una característica cultural del pueblo
cubano ha permitido que el régimen tenga éxito con este maquiavelismo. Se trata
del fuerte arraigo familiar que existe entre los cubanos. Usando de rehén a los
que se quedan en la Isla, la dictadura obliga a que el familiar exiliado este
al tanto del que quedo atrás, proporcionándoles dinero, artículos de necesidad
y medicinas, con lo cual logra dos fines: Uno minimizar la militancia
anti-castrista de la diáspora a cambio de
no tomar represalias al que quedo en la Isla y dejarles entrar a los de afuera
a visitarlos y dos, traspasar al exiliado la responsabilidad de satisfacer las
necesidades básicas del familiar, a
través del envío de sustanciales remesas, lo que simultáneamente representa un
medio por el cual la tiranía reciba jugosas remesas de divisas.
Los
efectos nocivos: De esa manera, la dictadura ha
manipulado para su beneficio económico y político las migraciones cubanas
durante todos estas más de cinco décadas.
Ambas cosas facilitan la continuidad y
sobrevivencia del régimen.
El efecto económico es que la diáspora
cubana ayuda sustancialmente a subsidiar la económica del régimen. Cuando
empezó el Pacto Migratorio en 1998, lo cubanos radicados en Estados Unidos y en
otros países enviaron 987 millones de dólares y en el 2011 dicha cifra fue de
$2,295 millones dólares, o sea, el equivalente a un 76.5 % del subsidio que la
URSS le enviaba a Cuba en la década de los 70. (Dicho subsidio ascendía a un
promedio de $3,000 millones anuales)
El efecto político ha sido que las
migraciones cubanas durante todos estas más de cinco décadas han servido de
escape a la presión de la caldera del descontento político y social del país, y
al mismo tiempo, envuelve en un preocupante circulo vicioso a la diáspora
basado en: “No te opongas y manda dinero o sino tu allegados pagaran las
consecuencias.” Dos elementos que siempre están presentes en aquellos que son
afectados por la captura como rehén de un familiar y que han creado, en un
sector considerable del exilio, un forzado colaboracionismo económico junto al síndrome
de la inacción contra la dictadura.
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