LA
MUTACION DEL ESTADO CUBANO
Por: Lcdo. Sergio Ramos
La BBC destaca la reciente visita de una
delegación vietnamita presidida por el vice primer ministro de Viet Nam Nguyen Xuan Phuc. La visita precede a otra que el dictador, General
Raúl Castro hizo a ese país el pasado mes de
Julio. Acontece en medio de una serie de medidas económicas adoptadas
por el régimen cubano en los últimos años.
Cuba aspira a mutar su sistema sin cambiar
su cúpula en el poder como medio de sobrevivencia ante un mundo en recesión y
dentro de una seria crisis económica nacional, resultante, mayormente, de su
improductivo modelo incapaz de generar riqueza y desarrollo. Luego de cinco
décadas, los gobernantes han tenido que reconocer que la economía estatizada y
de dirección centralizada no funciona. Lo reconoce tras haber pasado más de
veinte años de que los inventores y principales promotores del sistema, la
URSS, tuvo que desecharlo por las mismas razones.
Pero el camino que intenta recorrer el
gobierno cubano, no es el del cambio profundo y amplio que requiere la nación
para beneficio del pueblo, sino que han optado por uno que le garantiza a la
anciana oligarquía gobernante su permanencia en el poder y así poderlo
traspasar a sus privilegiados herederos privilegiados de la casta gobernante.
China y Viet Nam, les ofrecen un ejemplo
claro de esa mutación. Sobretodo este último, cuyo marco de control y
restricciones es más severo que el del primero.
Cuando analizamos los cambios ocurridos en
esos dos países y lo comparamos con otro modelo social, político y económico de
antaño podemos observar una significativa similitud ---honrando sus variantes
--- con el fascismo. Comparemos el modelo implementado en esos dos países
asiáticos con los de Italia y Alemania en la década del 30 y 40 del siglo
pasado.
En el fascismo, el gobierno lo controlan
las elites, no el pueblo. Esa elite esta agrupada en un solo partido legalmente
admitido, haciendo exclusión de toda otra agrupación política o corriente de
pensamiento distinta o alternativa.
El estado es superior y prevalece sobre el
ciudadano. Esta forjado sobre la base de su autoridad absoluta sobre cada
individuo, al cual se les demanda una férrea disciplina y obediencia
jerárquica. “Nada por encima del estado, nada contra el estado” según decía
Mussolini, mas tarde parafraseado por Fidel Castro.
El estado esta dirigido por un líder
supremo, alrededor del cual se centra un fuerte culto a su personalidad, que lo
transforma en un semidiós omnisciente, omnipresente y omnipotente. Ese mismo
endiosamiento esta presente en las figuras máximas de dichos países asiáticos.
Las libertades y derechos civiles de los
ciudadanos no son tales, sino son concesiones otorgadas a conveniencia del
estado, en tanto y en cuanto no les perjudique.
El militarismo es esencial, pues la
concepción de lucha contra los inferiores estados y sistemas políticos se
demanda como demostración de superioridad. Esto va atado al expansionismo de su modelo e ideología por
cualquier medio, en aras del agrandamiento del estado. Del mismo modo que lo es
para infundir el terror y miedo entre los habitantes del país y servir de
fuerza represiva interna.
La política económica esta basada en la
autarquía e industrialismo, en el marco de un proteccionismo, donde la economía esta subordinada a los
intereses políticos del estado. Funciona sobre una política
intervensionista que tiende a ayudar al
gran capital, e incluso lo crea directamente, favoreciendo a la clase
dirigente, creando carteles oligopolicos. Las corporaciones de empresarios,
profesionales y obreros están para servir al estado.
Los sindicatos obreros están al servicio y
bajo el control del estado como instrumento de control de la clase trabajadora.
Los derechos laborales fundamentales están conculcados.
El modelo económico del fascismo tiene
mucha similitud con las políticas económicas de las llamadas Nuevas Políticas Económicas adoptada en la
URSS por Vladimir I. Lenin durante la década
del veinte para paliar la crisis económica tras las Primera Guerra Mundial. Y
es esa tangencia de los extremos totalitarios, lo que hace factible la mutación del modelo
centralizado marxista-leninista al estado corporativo del fascismo. Con la
característica de que en este modelo neo-fascista, el estado mutante desarrolla
un malabarismo dialéctico para mantener la retórica marxista. Algo nada
difícil, pues en el totalitarismo, el control de los medios de comunicación
masiva es absoluto y la libertad de expresión e información es nula.
Tanto Viet Nam como China están controlados por una elite política
afiliada a un solo partido admitido, quienes rigen por largas décadas a ambos
países. La oposición, individual u organizada es duramente reprimida, quedando
ausente los derechos humanos. Sus ciudadanos solos tienen aquellos derechos que
le convenga otorgarle esos estados como cuestión de conveniencia. Nada esta por encima del estado al cual todos
le están subordinados bajo un puño férreo. El hombre es para el estado, no el
estado para el hombre.
En ambos países hay una figura central que
rige el estado, al cual sus ciudadanos están obligados a rendirle pleitesía, en
un culto a su persona santificado por le poder absoluto.
Los dos países cuentan con un presupuesto y
aparato militar desproporcionado, y un organismo represivo implacable. En el
caso particular de China, ha mostrado sus pretensiones imperiales incipientes,
que recientemente se manifiestan en el diferendo con Japón por las Islas
Senkaku (Diaoyu para los chinos) y su terquedad de no conceder la independencia
al Tibet. Este expansionismo imperial chino irá en incremento en la medida que
adquiera mayor poder político y económico, pudiendo llegar al retar a los
Estados Unidos durante la segunda mitad de este Siglo.
La economía de ambos países asiáticos
privilegia a dos tipos de personas: El inversionista extranjero y a la clase
gobernante, convirtiéndose estos últimos en los nuevos ricos; pero en ambos casos, sus economías están para
servir al interés del estado, que aspira a la mayor autarquía e industrialización posible.
Los derechos laborales en China y Viet Nam
son nulos. El obrero trabaja según convenga a los intereses estatales, por el
salario y las condiciones laborales que le convenga al régimen. En ambos casos,
los sindicatos son controlados por el estado y sirven de poleas de transmisión
de las políticas de sus respectivos gobiernos.
Para los fines de las oligarquías
gobernantes, tanto en el caso de Viet Nam como el de China, ha resultado
beneficioso, pues les ha garantizado la perpetuidad en el poder y el
enriquecimiento, mientras que para sus respectivos pueblos, el estado de
conculcación de sus derechos humanos y la esclavitud, prevalecen, con la
variación de alguna mejora económica en algunos sectores limitados de la
población.
Esa mutación del comunismo al fascismo es
la que aspira lograr la actual oligarquía del poder en Cuba, con la esperanza
de que en algún momento los Estados Unidos cambie su política hacia Cuba y le
abra el acceso a sus mercados e inversionistas.
En su tránsito de la economía centralizada
al estado corporativo, el gobierno cubano esta dando sus primeros pasos con el
asesoramiento vietnamita. De ahí que haya permitido el cuentapropismo, la
cesión de tierras estatales en usufructo a los campesinos, la creación del
mercado inmobiliario, la concesión de préstamos bancarios a los ciudadanos,
entre otras.
Habrá de verse hasta donde la cúpula
gobernante es capaz de adoptar las medidas económicas profundas que requiere
esa transformación, pues están concientes de que los cubanos son cultural e
idiosincrásicamente muy distintos a los chinos y los vietnamitas, y que un
aumento de la riqueza en sectores significativos del pueblo, conlleva un
incremento de poder para los ciudadanos. Pero también saben que están obligados
al cambio, de lo contrario, la crisis económica los llevaría a un insalvable
abismo.
Se trata entonces de una mutación que solo le
conviene a la casta gobernante, pero que en nada beneficia al pueblo cubano,
pues lo mantendría en el actual régimen de opresión, explotación y falta de
derechos humanos.
Lo que realmente conviene al pueblo cubano
es un cambio total y de raíz, de todas sus estructuras políticas, económicas y
sociales en el marco del respeto a los derechos humanos, la democracia
pluralista y la libertad empresarial y
de mercado, sin descuidar el bienestar y progreso de cada uno de los
ciudadanos, bajo un estado reducido, diseñado para servir al pueblo, y no para
servirse de este.
No comments:
Post a Comment