EL
PARLAMENTO FICTICIO
Por: Lcdo. Sergio Ramos
Cuando se habla de parlamento, pensamos en
el organismo legislativo de un país, usualmente compuesto por personas electas
por la población votante, y los cuales en mayor o menor grado contienen un
ingrediente de heterogeneidad resultante de la participación de las diversas
corrientes ideas políticas y sociales que pugnan en unas elecciones por
alcanzar escaños en dicho foro legislativo.
Dentro de su funcionamiento se produce el
debate como fundamental y usual proceder del foro parlamentario, como consecuencia
de la participación de las líneas de pensamiento político encontradas, dando
como resultado natural y frecuente la votación dividida sobre los proyectos de
ley presentados ante el foro, siendo vencedor el voto mayoritario entre los
parlamentarios, que surge como producto del consenso, o por las coaliciones de
distintos partidos tras un propósito común o por razón de la victoria por
quines tienen la mayoría parlamentaria.
El debate y el intercambio libre de ideas
está siempre presente en la política y la sociedad cuando se trata de países democráticos en
donde se respeta y se garantiza la libertad de expresión de cada ciudadano.
Incluso, existen países que otorga
variados grados de inmunidad a los parlamentarios para garantizar la
libertad de su función legislativa. Sin libertad de expresión todo parlamento
pierde su sentido y razón de ser.
En muchas ocasiones, los proyectos de ley,
abierta y libremente debatidos, resultan con enmiendas que las hacen diferir de
sus textos iniciales al convertirse en leyes por el voto de los políticamente
heterogéneos legisladores.
La sociedad, siempre es heterogénea, y
queda así representada en mayor o menor grado cuando se trata de una sociedad
democrática. Sin la diversidad representativa del espectro social y político
del país, se anula la representatividad que le otorga la legitimidad de la
voluntad del pueblo y la participación ciudadana en la elaboración de las
leyes.
Pero desgraciadamente, las asambleas legislativas
han sido usadas por los dictadores
en distintos países, bajo diferentes sistemas y épocas para
proyectar una imagen engañosa de democracia, legitimidad y separación de
poderes. Cuba no es la excepción.
El próximo 21 de octubre tendrá lugar las “elecciones”
en Cuba para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional del Poder
Popular.
Una simple mirada a los componentes de
dicho parlamento nos demuestra que todos provienen de una “elección” sin alternativas electivas, pues los candidatos
son seleccionados entre personas afines a la línea de pensamiento político que
respalda el oficialismo. Esto hace que dicha legislatura no sea en nada
representativa del espectro social y político del pueblo cubano. La falta de
representatividad de la legislatura cubana produce una falta de legitimidad por
carecer de ciudadanos opuestos al gobierno.
Otras de las características del
funcionamiento cotidiano del alegado cuerpo legislativo de Cuba, es que ,
consistentemente, casi todas las decisiones se toman por unanimidad. No hay
discrepancias, no hay debates de posiciones encontradas, no hay disidencia de las mayorías. Lo cual
revela que la función de dicha Asamblea Nacional del Poder Popular no es mas
que crear un paripé para
proyectarle a los incautos la falsa imagen de que en Cuba existe una
“legislatura”.
La otra característica del susodicho
parlamento cubano es que sesiona dos veces al año por unas escasas semanas que
en suma apenas llega a un mes. Es imposible que en un mes se discutan,
enmienden y aprueben un sinnúmero de leyes en un país de once millones de
habitantes. Esto deja de manifiesto el propósito de simulacro que tiene, mas
enmarcado en la parodia teatral que el verdadero procedimiento parlamentario.
Por lo que podemos señalar que no existe una verdadera legislatura en Cuba,
sino un seudo parlamento.
Una de las funciones de cualquier
parlamento es fiscalizar la obra del ejecutivo. Sin embargo, la libertad del
acción de los diputados cubanos esta limitada a los lineamientos y políticas
del ejecutivo y, además, por la coacción generalizada impuesta a todos
ciudadanos por el Estado, a pesar de que el Artículo 83 de la Constitución cubana garantiza que
los diputados no sean sometidos a procesos penales sin autorización de ese
foro. Esta falta de libertad de acción quedó recientemente evidenciada cuando
la Delegada por las Tunas Sirley Avila León, expresó públicamente sus
críticas al gobierno relacionada con el cierre de una escuela en la localidad
de Limones de esa provincia y otras sobre la situación de maltrato
gubernamental a los campesinos del área. La legisladora ha sido víctima de
represiones, cesuras y hasta amenazas. Esto prueba la coacción a que están
sometidos los diputados, a quienes se les coarta el derecho a fiscalizar y
actuar a favor de sus representados, derrotando el propósito legislativo, pues
convierte a los 600 diputados en un rebaño de corderos.
La separación de poderes es cuestionable. No
existe una legislatura autónoma como poder independiente del ejecutivo y el
judicial. Sobretodo del ejecutivo. De acuerdo al
Artículo 89 de la impuesta constitución
vigente : “El Consejo de Estado es el órgano de la Asamblea Nacional del Poder
Popular que la representa entre uno y otro período de sesiones, ejecuta los
acuerdos de ésta y cumple las demás funciones que la Constitución le atribuye.
Tiene carácter colegiado y, a los fines nacionales e internacionales, ostenta
la suprema representación del Estado cubano.” O sea, la máxima función
ejecutiva. Por cuanto dicho parlamento es un apéndice del Consejo de Estado y
por ende, del dictador de turno que lo preside.
Hablar entonces de la existencia de un
Parlamento o Legislatura en Cuba es como si habláramos de las fantasías de
Alicia en el País de las Maravillas, ya que las elecciones para delegados a la
Asamblea Nacional del Poder Nacional
resulta un ejercicio en futilidad, pues el organismo no es mas que una
artimaña a los fines de crear una
ficción parlamentaria y si por
casualidad, algún legislador se sale valientemente de las amarras impuestas
para defender los derechos de los ciudadanos, honramos su excepción.